El Arte de pedir ayuda

Recuerdo que estaba sentada tomándome un café y recibí una llamada de una persona de mi equipo de trabajo diciéndome: “Alejandra, siento que no podemos lograr los resultados esperados en el proyecto porque el responsable no me toma en cuenta, no me pide ayuda”

Esa frase llamó poderosamente mi atención por varias razones: 1) me preguntaba ¿se está victimizando esta persona?; 2) ¿acaso es que desea ser reconocida? (por eso de “no me toma en cuenta”); 3) ¿qué significa “no me pide ayuda” ?; todo a la vez que, el mensaje claro era “no podemos lograr los resultados esperados”

El “no lograr los resultados” significaba el incumplimiento de un acuerdo ante un cliente que, necesitaba de nuestro apoyo absoluto, confía en nosotros y, además, no levantamos las alertas oportunamente para indicar que algo sucedía que podría retrasar el cumplimiento de nuestras metas.

No solo eso, “no lograr los resultados” nos ubica en una situación de desánimo y con sensación de derrota que, puede convocar a todo un equipo en una creencia colectiva de no ser suficientemente capaz o con las habilidades necesarias para realizar aquello que tiene encomendado realizar.

En esta situación, que sorpresivamente es común, se manifiestan un sinfín de emociones que son el resultado de un tren de pensamientos que transita a máxima velocidad por nuestra mente. Es así como aparecen las dudas, inquietudes, molestias, tristezas y frustraciones.

Ese mismo día, al llegar a casa, recibí una nota en el cuaderno de mi hijo de parte de su maestra que decía: “Felicitaciones, su hijo ha demostrado que sabe pedir ayuda”

Una vez que abracé a mi hijo y celebré con él este reconocimiento, incrementando la velocidad al tren de pensamientos, al incorporar la emoción de alegría, tuve la necesidad de calmar mi mente, respirando y meditando. Entonces fue cuando conecto las frases “no me pide ayuda” con “sabe pedir ayuda”

Surgen preguntas de reflexión. Me detuve a entender ¿qué relación hay entre lograr los resultados con pedir ayuda? ¿Es por eso que la maestra de mi hijo lo (y me) felicitó? ¿el significado de “no tomarme en cuenta” es que el responsable del proyecto no le pide ayuda a la persona que conversó conmigo?

Esto era algo realmente nuevo para mí. Hasta ese entonces, tenía la idea que el logro de metas es una secuencia de pasos que, si los cumplimos, aunque existan ajustes en el camino, es prácticamente una victoria segura. Pero no, no se trata de eso. La visión se amplía cuando comienzas a ver un poco más allá de los hechos.

Me explico. Para el logro de metas, mi comprensión estaba enfocada en definir las metas (por su puesto siguiendo las premisas que sean motivadoras, realistas, posibles, medibles, retadoras); identificar la situación actual (con qué contamos, qué tenemos, qué necesitamos); analizar los pasos o acciones a seguir; comenzar y medir o monitorear cómo vamos o si existe alguna desviación en la ruta definida. Más o menos estos son los puntos considerados en una planificación para alcanzar metas.

Muy bien, comparto y aplico todos estos pasos (con algunas profundizaciones), solo que falta algo más que, no se refiere a la posibilidad de algún desacuerdo entre los miembros del equipo; o a la ausencia por algún evento fortuito; o desestimación o sobrestimación en el tiempo u otros recursos, que todo esto se resuelve con ajustes y prácticas adecuadas en planificación y gerencia de proyectos. Falta considerar el ingrediente que permite no salirse del camino, que aviva la confianza del equipo y requiere una fortaleza de carácter para enfrentarnos a nosotros mismos.

Este ingrediente es “pedir ayuda” y para eso hay que saber hacerlo, porque requiere valentía, autenticidad y humildad. Por eso lo denomino “el arte de pedir ayuda”

El arte de pedir ayuda significa reconocer que no podemos o sabemos “hacer algo” solos o acompañados; aceptar que nos encontramos en una posición de desventaja con respecto a las expectativas o creencias del logro de una meta que aún no hemos logrado; valorar la oportunidad de contar con recursos disponibles (humanos, físicos, mentales y espirituales); atrevernos, con honestidad, a expresar la necesidad de ayuda; solicitar explícitamente el apoyo requerido; recibir el soporte que nos ofrecen y, completar el ciclo con agradecer la oportunidad de aprender.  

Entonces, es un arte porque requiere sutileza y firmeza, amor y determinación. Pedir ayuda es reconocer, aceptar, valorar, atrevernos, solicitar, recibir y agradecer. Todos son verbos que invitan a una acción de servicio, inicialmente, a nosotros mismos.

Retomando la conversación con la persona que me llamó de mi equipo de trabajo, confieso que no comprendí muy bien lo que me estaba diciendo en ese momento, y, afortunadamente le dije que agradezco profundamente su llamada para comentarme aquello y cómo se sentía. Le pedí que me permita conocer los detalles y obtener más información. De esa forma, a la brevedad posible, convocaría a todo el equipo a una conversación para acordar en conjunto las próximas acciones. 

Con la idea en mente de la posibilidad que el equipo estaba experimentando la situación de no saber pedir ayuda, por momentos llegaron a mí sentimientos de confusión, incertidumbre y preguntarme qué estaba haciendo yo para promover esto.

Antes de convocar a la reunión del equipo, contacté a varias personas que son válidas para mí y conocer sus opiniones acerca de la situación que estaba sucediendo en ese momento. Estas personas tienen experiencia en manejo de equipos, cumplimiento de acuerdos, capacidad de acción oportuna ante desviaciones, entre otras habilidades. Se han convertido en mis mentores de vida.

Una vez que los escuché, debatimos algunas ideas y, regresando a mis propias reflexiones, escribí un compilado, para tenerlo como un manual de consulta constante, de todo lo que siento puede ser útil cuando se detecta o se intuye que en nuestro equipo es necesario desarrollar el arte de pedir ayuda. He aquí mis anotaciones:

Compilado sobre “El arte de pedir ayuda”

¿Para qué es importante pedir ayuda?

  • Para contribuir con la misión que tenemos en un lugar determinado.
  • Para honrar el compromiso individual y del equipo para el cual somos encomendados.
  • Para lograr las metas y objetivos que definimos.
  • Para sentir bienestar en la actividad que estamos realizando.
  • Para salir del embrollo o situación crítica en la que nos encontramos. 
  • Para recordar que el valor de la humildad y confianza habitan en nuestros corazones.
  • Para reconocer la valentía de sentirse vulnerable y, a la vez, con el coraje para comprender nuestras debilidades.
  • Para cumplir con nosotros mismos y sentir la fuerza que significa el respaldo y el impulso de las personas que nos rodean.

Todos tenemos una misión que cumplir, en cualquiera de nuestros entornos. El arte de pedir ayuda nos conduce a construir y desarrollar equipos. Y aunque muchas veces no estamos acostumbrados a delegar, a compartir responsabilidades o a organizar nuestras labores con otras personas, para la evolución como individuos y sociedad, es necesario fortalecer el carácter con la sincronía, tolerancia, sintonía y empatía que requiere la convivencia.

Es que resulta que, si lo dejamos todo para nosotros, nos perdemos la valiosa oportunidad de:

  • Cumplir con nuestras metas y objetivos.
  • Conocer las virtudes y talentos de las personas de nuestros equipos.
  • Comprender las entidades y espacios donde es posible apoyarse para avanzar.
  • Disfrutar del bienestar de trabajar en equipo.

Además, se genera cansancio y desgaste energético, tanto físico como emocional, que en muchas ocasiones, nos impulsa a entrar en un círculo sin salida aparente y, vivimos bajo la creencia que vivir así es normal.

¡No! ¡La buena noticia es que es posible cambiar nuestras creencias! Atrevámonos a pedir ayuda. Sobre todo, en equipos donde te la ofrecen.

Continuando con el compilado, al conocer más del “arte de pedir ayuda”, pregunté e investigué sobre las causas que impide a seres humanos a pedir ayuda. Aquí se presenta el resumen:

Causas de no pedir ayuda:

  • Creencias que alguien lo puede hacer mejor.
  • Creencias de ser etiquetados como débiles o desconocedores.
  • Un poco de arrogancia.
  • Invisibilidad (no darse cuenta de la necesidad de pedir ayuda)
  • Miedo a las consecuencias.

¿Te sientes identificado con alguna de estas causas? ¿Te ha pasado alguna vez?

Si lo has vivido, es bueno identificarlo, pero no regreses al pasado con intención de castigarte. Es valioso darse cuenta y aceptar que alguna vez pudimos pedir ayuda o nos las ofrecieron, y no la recibimos. Con esto presente, se inicia el camino de la maestría en el “arte de pedir ayuda”

Entonces, convoqué a mi equipo de trabajo para una sesión de revisión del proyecto. Ciertamente, estábamos en la posibilidad de incumplimiento de nuestra misión y entrega de lo prometido a nuestro cliente. En ese momento, aún con el “tiempo en contra”, decidí hacer una pausa para reflexionar acerca del “arte de pedir ayuda”. Entre todos diseñamos una dinámica que, aún siendo un tanto improvisada, fue divertida y nutritiva.

En la cartelera dejamos escrito:

“Declaramos que somos aprendices en el “arte de pedir ayuda” y nos comprometemos a desarrollar nuestras habilidades en este arte. Sabemos que al hacerlo:

  • Fomentamos el espíritu de colaboración.
  • Activamos el comportamiento de cooperación.
  • Pensamos y reflexionamos habitualmente: ¿estoy cumplimiento con mi misión? ¿tengo los recursos internos y externos para cumplirla? ¿puedo fortalecerme pidiendo ayuda?”

En este arte de pedir ayuda la invitación es a confiar en el equipo. La confianza es la base fundamental para la productividad individual y colectiva, que orienta a la rentabilidad de todo equipo, organización o negocio, soportada en bienestar de todos los miembros que forman parte.

La confianza se logra y se mantiene dando el primer paso de atreverse a hacerlo, con paciencia, dejando el espacio para el ajuste, dando el ejemplo, decidiendo y, finalmente, saliendo de la zona de victimización. En resumen, es aprender a decir “sí” a recibir las oportunidades que ofrecen ser parte de un equipo, de una comunidad, de una sociedad.  

Comprender las señales y escuchar es clave para pedir ayuda. Mi hijo, su maestra, mi equipo, mis mentores, la situación, me enseñaron que es fuerte quien con determinación y firmeza reconoce que es posible aprender y evolucionar con la asistencia y el soporte de otros seres humanos a su alrededor.

Alejandra González Mármol

Director – Fundador Equipo METAS

Coach Neurolingüístico – Coach Organizacional – Mentor de Emprendedores – Especialista en Desarrollo Organizacional – Facilitador de aprendizaje en Tecnologías de Desarrollo Humano

Hipnoterapeuta Clínico

@Alemarmol0711